Los árboles son, en cierto sentido, como todo lo demás.
Los árboles son como las personas, como el resto de los animales, como el resto de las plantas, como los minerales y como el resto de cosas.
Son como todo: algunas personas, animales, plantas, minerales y cosas (objetos, canciones, películas, puentes, edificios, patios, playas…) te importan un bledo, y sin embargo, otras… significan mucho para ti.
¿Vosotros no tenéis algún árbol preferido?
¿Vosotros no tenéis algún árbol preferido?
De pequeño, enfrente de mi casa había un sauce llorón. Yo lo quería. Jajaja. Sí.
Jugué a su alrededor durante años. Me asomaba a mi ventana y allí estaba, como siempre. Y lo más importante, lo vi crecer. También, años más tarde, lo vi morir. Era mi árbol preferido.
Independientemente de lo estéticamente bonitos que sean, todos tenemos un árbol (o varios) en la memoria. Los motivos pueden ser infinitos. No me digáis que no…
Ahora tengo unos cuantos, a los cuales les hago un seguimiento especial. Me da paz. En cierto sentido, por lo que significan para mí, por los recuerdos a los que los asocio, les tengo cariño.
Y entre todos ellos destacan unos árboles muy especiales: los que ha plantado mi padre alrededor de nuestro bloque de pisos desde que soy pequeño. Sí, mi padre ha ido sembrando los jardines públicos de mi barrio con árboles frutales (entre otras cosas) de todo tipo… Y a mí me encantaba que lo hiciera. ¿por qué será? Je je. ¡Nunca subestiméis la genética!
Casi nadie en el barrio lo sabía, claro, pero nosotros sí. Mi padre y yo sabíamos que ese pequeño tallo que apuntaba maneras en el jardín era el melocotonero que había sembrado el año anterior… Nosotros sabíamos que la palmera que ahora adornaba las calles, había vivido en casa durante años.
Dejo aquí el documento gráfico de varios de estos árboles, porque puedo, y porque me apetece, y porque en cierta forma, están en este mundo, al igual que yo, gracias a mi padre.
Cada año los veo crecer; los veo florecer y deshojarse con cada estación que pasa. Y a algunos, como el último que aparece en estas fotos, los veo morir.
En silencio les dedico mi atención, los observo. En silencio, ellos me llevan a pensamientos y recuerdos que son míos… y que yo creo que también son suyos.
Y en silencio, les doy el último adiós cuando llega el momento.
Me gusta pensar que, en silencio, quizá siempre han sabido que son especiales para alguien.
Los árboles son como las personas.
Te dejo un fragmento del Himno al Árbol de Gabriela Mistral:
ResponderEliminarÁrbol que donde quiera aliente
tu cuerpo lleno de vigor,
levantarás eternamente
el mismo gesto amparador:
haz que a través de todo estado
¿niñez, vejez, placer, dolor?
levante mi alma un invariado
y universal gesto de amor!
Que chulo! Gracias, Reynier.
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