martes, 16 de octubre de 2012

La incongruencia

Hola.

Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que escribí aquí. Mis cientos de seguidores deben de estar a punto de abandonarme.

Hoy tengo un rato mientras espero a que Pepe venga a cenar y me he dicho: "qué coño, escribe algo". Y eso voy a hacer.

¿Y qué reflexión puedo exponer aquí? Bueno, lo más fresco que tengo, aunque no lo más porno (lo siento, Irene), es mi reciente viaje a Miami. Sí, he ido y he vuelto otras dos veces desde la primera. Esta vez tengo que reconocer que me ha parecido más amable, más humano... En definitiva, menos raro. Será que los horarios de trabajo han sido más llevaderos (de día), será que el tiempo ha sido más suave (no estaba empapado cada vez que salía a la calle, o mejor dicho, cada vez que salía fuera, porque calles, lo que se dice calles, no es lo que más abunda en Miami; carreteras si, todas están ahí), o quizá que he disfrutado de las playas y la piscina del hotel... Eso será; el caso es que he estado a gusto.

Pero no quiero hablar de mi maravilloso tercer viaje a Miami. En realidad voy a escribir sobre una (la última) incongruencia que he notado en dicho viaje. Hay más, como por ejemplo el hecho de que los jóvenes puedan conducir a los 16 años, o incluso ir a la guerra, pero no puedan tomar alcohol hasta los 21. Me importa una mierda lo del alcohol, entiéndaseme bien, pero hombre, lo de la guerra... Es peor, ¿no? Lo veo más dañino, todavía. También tenemos el tema deporte. Se supone que Miami es "la ciudad del deporte", por los numerosos ciudadanos que lo practican a diario. Si, pero como diría nuestra querida Cristina Tárrega, ¿y? ¿Por qué no la llaman la ciudad de las grasas saturadas? ¿Es porque hay ciudades donde les ganan? No me lo quiero ni.

Aún así, y aunque los tamaños de los menús podrían dar para una entrada del blog por sí mismos, hoy lo que me tiene un poco indignado es otra cosa. Humillado e indignado, las dos cosas.

Resulta (de) que el vuelo de vuelta lo tenía con American Airlines. Me di cuenta, obviamente, cuando busqué el vuelo en las pantallas del aeropuerto, tras dirigirme como un caballo con los ojos tapados a los mostradores de Iberia. Después de pasearme un poco y de localizar AA pensé: "cojonudo, porque Iberia es una puta mierda, que los aviones son viejunos, y las pelis se ven fatal, y a veces no se escuchan con la caca de casquitos que te dan, y tal... Seguro que American es súper chachi, con asientos ergonómicos, con pantallitas individuales, con azafatas robóticas que detectan con sus súper sensores de última tecnología que estás durmiendo para no joderte vivo porque quieren saber si tienes el cinturón abrochado o no..." Joder, que ya me abrocho el cinturón por encima de la sudadera para que lo vean bien, que parezco Obélix...

Bien, pues no.

Lo primero que me dijo la amable señorita del mostrador de facturación fue: "Were you in the line, right?" Y yo dije: "Of course, you saw me coming from the line when you finished with the last passenger". Yo con cara de no-te-entiendo-pero-yo-te-contesto-amablemente-porque-mis-padres-me-educaron-muy-bien. Y me dice, la muy perra: "Next time you wait there until I say you can come here." Y ahí me quedé yo, sin palabras (mejor), mientras la miraba durante 10 segundos con cara de voy-a-quedarme-aquí-muy-serio-mirándote-sin-decir-nada-hasta-que-hables-tú-otra-vez-porque-no-se-me-ocurre-nada-que-pueda-decirte-que-no-me-lleve-a-la-puta-cárcel. Y entonces se puso a trabajar, y todo fue bien.

Todo fue bien hasta que me tocó pasar el control de seguridad. En la cola ya escuché 25 veces al amable (Jajajajaja)... marine (no se cómo describirle mejor) que nos gritaba a pleno pulmón como si fuésemos sus esclavos que nos teníamos que sacar todo de los bolsillos antes de pasar por el escáner. También nos informó amablemente de que nos teníamos que descalzar, a gritos, claro. Yo creía que me iba a mirar de repente y me iba a gritar que en España solo había vacas y maricones, y que no veía los cuernos por ninguna parte. Pero al final no, al final todo normal.

Cuando ya me había sacado de los bolsillos hasta el último átomo de materia, y ya había puesto en dos bandejas el portátil, el iPad, el móvil, la cartera, el pasaporte, los anillos, el pendiente, la gorra, la chaqueta, los zapatos y la mochila pensé: "ya está, lo he hecho todo bien". Y miré al frente. Horror peludo. El escáner era uno de esos que usan allí con el que te ven desnudo a través de la ropa. Es una máquina enorme, con forma de tubo vertical, en la cual entras y piensas muchas cosas.

escanerusa

Estas son las que pensé yo en los 3 segundos que tardan en desnudarte:

- Primer segundo: menos mal que no tengo una erección ahora mismo.

- Segundo segundo: así, con los brazos levantados, y los pantalones sin cinturón, no les hace falta la máquina para verme desnudo; si estoy enseñándole a toda la gente de la fila los calzoncillos y la barriga hasta casi los pezones (la camiseta que me quedaba limpia era muy corta, un fallo de diseño muy común en las camisetas españolas; dejaremos eso para otro momento).

- Tercer segundo: me tendría que haber quitado la pelotilla de pelusa del ombligo, a ver si se van a creer que es droga o un explosivo.

Pasados los tres segundos un amable marine cabrón me dice que ya puedo salir (yo, después de la de facturación estaba en modo esclavo y no hacía nada que no me indicasen primero), pero me para y me dice que me saque lo que tengo en el bolsillo derecho del pantalón. Joder. Le di la vuelta al bolsillo y saqué la tela para que viera que no tenía nada. Y me dijo que la máquina había visto algo, y yo que no, y el que sí, y yo que no, y yo ya me acordé del ibuprofeno que metí quince días antes en el bolsillito ese pequeño que hay en los vaqueros encima de los bolsillos normales para que metas los ibuprofenos, y se lo saco, y me mira y me dice: "We said you must take everything out from your pockets". Mirada larga. Larga. Decidí que tenía que decir algo para desencasquillar la situación, y dije: "I forgot". Y él: "Yeah".

Entendí que la humillación había terminado, y seguí mi camino "libremente". Me sentí tan... protegido.

Por si alguien no se ha dado cuenta, ¡la puta máquina detectó una pastilla de ibuprofeno sin el envoltorio! Es como para sentirse protegido. Y bastante humillado, la verdad. Y ahí estaba todo el mundo pasando por el escáner, abuelas, niños y de todo. Una pena, pero así es la vida.

¿Y dónde está la incongruencia, diréis? Los qué estéis despiertos, claro. Pues en el avión, que era una mierda igual de grande que los de Iberia, anuncian que van a poner dos películas, y una de ellas era una pachochada romántico-dramática en la que Channing Tatum lo pasa fatal intentando reconquistar a su mujer, que ha perdido la memoria por un golpe en la cabeza, y claro, no se acuerda de él, como si eso fuera posible... Y yo me acordaba de que en el trailer de la peli salía una escena en la que él entraba en el baño desnudo mientras ella se asustaba porque estaba desnudo y se le veía el culo. Y dije, pues la veo. Y llegó la escena, y ni culo ni media cacha ni nada.

Esto es lo que se tenía que haber visto:

channingpordetras

Y esto es lo que se vió:
 channingpordelante

O sea, que después de que casi me hacen un análisis de orina en el aeropuerto, censuran la película en el avión... ¡porque se le ve el culo a un tío! Que lo avisen y así no me trago el bodrio ese.

Y ahí está la incongruencia. Y esta es mi reflexión.

Buenas noches. Viene Pepe.

Un beso.