jueves, 22 de abril de 2010

Árboles

Los árboles son, en cierto sentido, como todo lo demás.

Los árboles son como las personas, como el resto de los animales, como el resto de las plantas, como los minerales y como el resto de cosas.

Son como todo: algunas personas, animales, plantas, minerales y cosas (objetos, canciones, películas, puentes, edificios, patios, playas…) te importan un bledo, y sin embargo, otras… significan mucho para ti.

¿Vosotros no tenéis algún árbol preferido?

De pequeño, enfrente de mi casa había un sauce llorón. Yo lo quería. Jajaja. Sí.

Jugué a su alrededor durante años. Me asomaba a mi ventana y allí estaba, como siempre. Y lo más importante, lo vi crecer. También, años más tarde, lo vi morir. Era mi árbol preferido.

Independientemente de lo estéticamente bonitos que sean, todos tenemos un árbol (o varios) en la memoria. Los motivos pueden ser infinitos. No me digáis que no…

Ahora tengo unos cuantos, a los cuales les hago un seguimiento especial. Me da paz. En cierto sentido, por lo que significan para mí, por los recuerdos a los que los asocio, les tengo cariño.

Y entre todos ellos destacan unos árboles muy especiales: los que ha plantado mi padre alrededor de nuestro bloque de pisos desde que soy pequeño. Sí, mi padre ha ido sembrando los jardines públicos de mi barrio con árboles frutales (entre otras cosas) de todo tipo… Y a mí me encantaba que lo hiciera. ¿por qué será? Je je. ¡Nunca subestiméis la genética!

Casi nadie en el barrio lo sabía, claro, pero nosotros sí. Mi padre y yo sabíamos que ese pequeño tallo que apuntaba maneras en el jardín era el melocotonero que había sembrado el año anterior… Nosotros sabíamos que la palmera que ahora adornaba las calles, había vivido en casa durante años.

Dejo aquí el documento gráfico de varios de estos árboles, porque puedo, y porque me apetece, y porque en cierta forma, están en este mundo, al igual que yo, gracias a mi padre.


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Cada año los veo crecer; los veo florecer y deshojarse con cada estación que pasa. Y a algunos, como el último que aparece en estas fotos, los veo morir.

En silencio les dedico mi atención, los observo. En silencio, ellos me llevan a pensamientos y recuerdos que son míos… y que yo creo que también son suyos.

Y en silencio, les doy el último adiós cuando llega el momento.

Me gusta pensar que, en silencio, quizá siempre han sabido que son especiales para alguien.

Los árboles son como las personas.

martes, 13 de abril de 2010

Otra vez! Me rindo...

He intentado no odiar a la Iglesia Católica, y más concretamente a sus dirigentes, pero me han podido. Me rindo. Me han obligado a decir con todas las letras: OS ODIO.

Muchas gracias por poner esta pizca de odio en mi corazón, que por sí sólo estaba tan pancho. Hijos de puta.

Hoy, el secretario de estado del Vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone, a colación de los casos de pederastia que se están descubriendo relacionados con la iglesia católica, ha soltado la siguiente perla:

"Han demostrado muchos psicólogos, muchos psiquiatras, que no hay relación entre celibato y pederastia, pero muchos otros han demostrado, y me han dicho recientemente, que hay relación entre homosexualidad y pederastia".



Y yo todo el tiempo diciendo que, efectivamente, no creo que haya relación entre celibato y pederastia, que los casos de pederastia tienen más que ver con el clima de aislamiento y poder que se da en todo tipo de instituciones (religiosas y no religiosas) en las que los niños y las niñas quedan a merced de los adultos sin el adecuado control... Es decir, yo todo el tiempo diciendo lo que pienso que es justo, sin atacar a nadie, sin linchar a la iglesia católica injustamente, y me salen con estas.

Sigo pensando lo que pensaba, obviamente, pero con un matiz: estos cabrones son más malos que el demonio. Como les ponen un micro delante de la boca, se permiten el lujo de decir lo que quieran, sin pensar en el daño (injusto e injustificado, sin pruebas ni vergüenza alguna) que puedan causar. Me cago en su puta calavera. Le habría metido el micro por el ojo. Casi escupo en mi propia tele cuando le he visto decir eso.

¿Dónde están esos psicólogos y psiquiatras que han demostrado esa relación? ¿Cómo se puede decir algo así tan a la ligera?

Y si alguien se siente ofendido por mis palabras, que piense cómo me siento yo por las suyas. Me he cansado de ser políticamente correcto. Me he cansado de medir siempre mis palabras, para luego descubrir que ellos no sólo no miden las suyas, sino que siguen atacándome. A mí, sí, personalmente. Esto, este odio, y este resentimiento, tristemente, sí, es lo que se obtiene cuando te dedicas a joder a la gente.

Muchas veces me tendrán que pedir perdón estos malnacidos para que yo vuelva a hablar bien de ellos. A ver qué absurda y poco sentida disculpa (si es que se digna a darla) nos ofrece este pollo. Aaaahhhrrggg, cómo me jode reconocer que aún hoy me vuelvo a calentar cuando me provocan!!!

Mis más sinceros respetos a todas las buenas personas católicas. No os merecéis los dirigentes que tenéis.

Pero todos los tenemos que aguantar!!!!

sábado, 3 de abril de 2010

Un huerto urbano, quiero.

Hola.

Desde hace muchos años estoy echando en falta algo en mi ciudad.

Me reconozco un loco por las plantas; lo digo para que entendáis mejor lo que voy a reivindicar desde este "púlpito a la gallega" (como diría Cerrato).

Sí, señores y señoras, quiero un huerto!!! O más concretamente, quiero que, al igual que se distribuyen los parques por toda la ciudad, se dispongan ciertas áreas exclusivamente para el uso y disfrute de los ciudadanos que quieran cultivar sus plantas.

Se cómo suena. Se que no todo el mundo comparte mi afición por la jardinería… pero es que también se que este tipo de instalaciones podría traer mucha bondad social a nuestra ciudad.

Pensad en lo que es Madrid. Obviamente, es una ciudad donde viven muchas personas diferentes, con inquietudes muy distintas. Pero vamos a ver, siendo realistas, esto está lleno de ancianos, de gente mayor con sus achaques, a veces acompañados, a veces solos; a veces enfermos y sin ganas para nada, y a veces sanos, con ganas de mucho, pero sin oferta de ocio diario real. Admitámoslo, los ancianos son (y seguramente seremos) los grandes olvidados de la sociedad. Como diría mi amiga Silvia: "esto es así".

Yo crecí en Leganés, y creedme, la pirámide de población tiene el ático muy poblado. Miles y miles de jóvenes llegaron a Madrid durante la posguerra en busca de prosperidad. Madrid está petado de inmigrantes, que poco a poco, y no sin esfuerzo, se han convertido en ancianos.

Estas gentes, en su mayoría, venían de un mundo rural, y aquí perdieron en gran parte el contacto con la tierra. Estoy seguro de que muchos agradecerían poder ocupar sus horas de merecido ocio en cuidar de su huerto urbano.

huerta

Qué diantre! Rayos y centellas! Si hubiera huertos urbanos repartidos por los parques y otros espacios de la ciudad, a los cuales se pudiera acceder de forma pública por un alquiler simbólico, yo pasaría horas enteras allí… o quizá no, pero me gustaría mirar desde la valla a los ancianos trabajando.

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Por una vez se invertirían los papeles, y los ancianos serían los protagonistas activos, los que construyen algo dentro de las vallas.