martes, 15 de diciembre de 2009

Se busca

Se busca un GPS, un reproductor de MP3, unas gafas de sol, unos patines con mochila incluida, unas zapatillas de deporte, un bañador, unas camisetas, unos pantalones de deporte, unas chanclas, unos calzoncillos, unos calcetines, unas gafas y un gorro de natación. Se buscan también unos bolis, unos mecheros y unos chicles de fresa.

boligrafos mecheros trident

Podría seguir, porque el pasado mes de noviembre me robaron aún más y más cosas de mi coche, con nocturnidad nocturna y alevosía alevosa.

Al menos me dejaron los papeles del coche y la tarjeta de acceso al trabajo.

Cuando lo descubrí, por la mañana, ni siquiera me dio tiempo a cabrearme. Llegaba justo al trabajo y salí pitando. "Putada", pensé.

Dos días después me iba de vacaciones, así que tampoco me dio mucho tiempo a pensar sobre el hecho, pues tenía muchas otras cosas de las que ocuparme (entre otras, comprarme un bañador nuevo; probad a compraros un bañador en noviembre en Madrid…).

Pero ya he vuelto (me lo he pasado muy bien, gracias, :-P), y hoy por fin  me ha apetecido reflexionar un poco acerca del asunto.

Lo primero que me ha venido a la cabeza es que aún no me ha dado ningún ataque de rabia, odio, o indignación. No se si ese momento llegará, y sinceramente, para lo que me iba a servir, prefiero que no sea así.

Después he pensado en cuáles de las cosas que me han quitado voy a comprarme de nuevo y cuáles no. Los patines, sí. El GPS, no se… no creo.

Y después, inevitablemente, he pensado en mi forma de ser. ¿Por qué llevaba tantas cosas en el coche, sabiendo que me las podían quitar en cualquier momento? Por mi forma de ser. Siempre me ha compensado el no preocuparme de atesorar mis cosas con demasiada obsesión, aún a riesgo de perderlas. Quizá por eso no me ha jodido tanto cuando finalmente las he perdido.

Bueno, tampoco hay que exagerar, porque lo que he perdido no es para tanto. Pero como final de mi reflexión, me he acordado del que fue uno de mis primeros posts en este blog, La Seguridad. La escribí en marzo, apenas hace unos meses.

En esa ocasión me pregunté cómo reaccionaría cuando me sucediera algo como esto. Y aún hoy no tengo una respuesta clara. Aunque sí puedo decir que ahora estoy más obsesionado por cerrar el coche cuando lo dejo aparcado; por no dejar cosas de valor dentro… No lo puedo negar, es así. Mi forma de ser habitual lucha contra el miedo de perder más cosas (que oye, más o menos, cuesta trabajo conseguirlas, joer). ¿Cómo somos, no?

No soy ningún niño. No me definiría como muy inocente. No es que esto me haya hecho mucho daño, ni que le haya dado mucha importancia… son cosas que pasan. Pero tengo que agachar la cabeza y reconocer que, aunque sólo sea un poquito, esto me ha cambiado. ¿Quizá para bien?... Yo me obceco en pensar que para mal.

Antes tenía un trocito más de tranquilidad, una pizca más de inocencia, y un suspiro más de fe.

inocencia

Se buscan.