viernes, 24 de diciembre de 2010

Humildad ante una mota de polvo azul.

Escuchar a Carl Sagan es algo que debería estar incluido en algún plan de estudio obligatorio…


Buenas fiestas.

Conversando contigo

- Estoy medio enamorado de un chico que me hace medio caso. Eso cubre un 25% de mi cuota de felicidad derivada del amor.

- ¿Y el 75% restante?

- Un espacio vacío en el que intuyo esperanzas y monstruos.

- Bueno, todo puede mejorar.

- No es tu estilo decir obviedades.





Dedicado a Galita, quien me inspira mucho más de lo que ella cree.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Escepticismo

Hola.

Me encanta el escepticismo. Todos los días doy las gracias a dios (si es que existe, claro) por haber inventado el escepticismo.

El ser humano, por lo general, es curioso. Esa tendencia natural a querer descubrir los secretos de la vida nos ha llevado, si no muy lejos, al menos hacia adelante. Si hoy nuestra esperanza de vida es de 75 años y no 40 como hace apenas 200 años, ha sido por los avances en tecnología de todo tipo y como no, en medicina.

Y me refiero a la medicina que se estudia en las universidades, la medicina que requiere que un chico o una chica se curre años y años de su vida estudiando para poder después quitarte un dolor de cabeza. Gracias, gracias, gracias.

Sin embargo, el escepticismo está muy infravalorado, y en mi opinión es tan importante como la curiosidad. Pero tiene peor prensa, sin duda.

El escepticismo, a diferencia de la curiosidad, no surge en el ser humano por querer comprender un hecho que ha visto en la naturaleza, o por querer conocer el funcionamiento del cuerpo humano para así poder solucionar algunos de sus problemas. No, el escepticismo surge de cuestionarse si lo que te dice otro ser humano es cierto o no. Y eso no le suele hacer gracia al susodicho ser humano, y tampoco a la gente que cree a pies juntillas a dicho ser humano.

Pongamos la tortilla del revés: ¿a quién no le sienta mal cuando se le cuestiona?.

A mí me sienta mal. Pero si no tengo medios de probar que lo que digo es cierto, me callo la bocaza y no le doy el coñazo a la otra persona, al escéptico, que lo único que hace es decirte que no te cree sin pruebas. También, dependiendo de la tesis que estés defendiendo, se pueden reír de tí. Pueden hacer bromas e incluso mofarse de tu teoría. Eso tiene peor prensa aún, y es más peligroso, claro, porque ser escéptico no significa que el otro no tenga razón.

Alguna gente se mete conmigo porque no creo ciertas cosas… cómo diría… asumidas por la mayoría (la existencia de un dios, los fantasmas, espíritus, los médiums que dicen comunicarse con ellos, las brujas que te adivinan el futuro si les dices un número del 1 al 3, etc). Muchos diréis: “no, yo no creo en casi ninguna de esas cosas”, pero el caso es que después, Telecinco saca a una presunta medium en la tele (Anne Germain creo que se llama la tipa, con más jeta que espalda) y todo el mundo lo ve normal. ¿O no?

Alguna gente ha llegado a decirme que siente pena por mí, porque no veo “la verdad”. En fin…

Por supuesto, ser escéptico, como ya he dicho, no significa que algo no sea verdad, pero sin pruebas, yo puedo creer lo que me dicte mi razón. Aquello que crea más razonable, más posible, más probable, en ausencia de pruebas, será lo que tienda a creer.

No soy el inventor de la frase, pero coincido con ella: el día que me muera, si resulta que después de todo me llevan delante de dios y está enfadado conmigo por no haber creído en él, le diré: “haberme dado pruebas”. :-P

Pero repito, si no tengo pruebas, me aguanto. Y sobretodo, si la persona escéptica sí aporta pruebas en contra de mi teoría y yo sigo defendiéndola, pues normal que la gente se descojone de mí.

El otro día me encontré con una conferencia de James Randi, que dio en 2007. Este hombre se ha estado descojonando de mediums, espiritistas, charlatanes, y demás engañabobos desde hace muchos años. Y yo admiro su escepticismo. Y si además me hace reir, pues mejor.

Aquí dejo la conferencia. Me parto sobre todo con la parte en la que habla de la homeopatía (juas, juas, juas).

Podéis poner subtítulos pinchando donde pone “subtítulos”. :-)


Un beso!

Carlos.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Mis favoritos en Youtube

Hola.

En Yutú hay casi de todo.

Aquí os dejo unas muestras de algunos de los usuarios a los que estoy subscrito. Algunas veces me entretienen, otras me divierten, y sobre todo los músicos, me obnubilan con su talento.


  


 


 




 


Mi admiración y gratitud a todos ellos.

Bueno, al último, sólo mi gratitud. Es que me parto la caja. :-P

Carlos.

viernes, 3 de diciembre de 2010

¡Qué frío, coño!

Hola.

Ayer pasé un frío que flipas.

Había quedado yo para ir al teatro con mi amigo Dani, y tenía que estar a las 22:00 HLE (21:00 GMT) en el centro. Sobre las 19h me empieza a dar un dolorcillo de cabeza que a las 20h ya me estaba jodiendo un poco lo que es la existencia. Como estaba en casa, cené y pensé: “me tomo un pastillazo y me arreglo el día”. Y así, cenadito, cogí mi coche y salí para el Templo.

Aparco, salgo del coche, y pienso: “jolín, qué freski”. Cuando llegué a Plaza de España ya no podía ni pensar. Sólo sentía ausencia de calor. Iba abrigado como un personaje de South Park, pero nada. La brisilla del infierno me arrastraba el alma hacia atrás. Y el dolor de cabeza iba en aumento. Si me ponía el gorro pasaba menos frío, pero me presionaba la cabeza dolorida; si me lo quitaba, se me caían los pocos pelos que me quedan, congeladitos vivos. Me lo puse.

Hubo un “momento empatía” en el semáforo del cruce de Plaza de España donde siempre hay viento (los madrileños lo conocerán). Es el cruce “siempre-sopla”, en el que empieza la Gran Vía. Con el viento huracanado, la sensación térmica era de unos –50 grados centígrados negativos bajo cero, más o menos. Bien, pues allí, mientras esperaba a que el hombrecillo rojo desapareciera, de pié, sufriendo, miré al lado y vi a una pobre chica que aguantaba el chaparrón como podía. Me miró, nuestras miradas se cruzaron, y comprendí (¡cómo lo comprendí!) lo que sus ojillos entrecerrados me transmitían. Era una persona que pensaba que iba a morir en cualquier momento de frío. Buscaba un testigo de su muerte, en un último esfuerzo. De verdad, que mientras me miraba, y sin conocerme de nada, de su garganta salió un graznido desesperado. No hubo comunicación verbal, pero la empatía fue total. Finalmente, el hombrecillo verde apareció, y pude ver que la chica podía moverse. Espero que esté bien.

Me gustó mucho la obra de teatro, pero no paraba de pensar: “debo de estar fatal, porque empastillado y todo, no se me va el dolor de cabeza. Cada vez me duele más…”.

Terminó la obra, y Dani y yo salimos ahí fuera, al vacío calórico que era Madrid. Habían predicho nieve para esa noche. Miré al cielo, esperando verla venir. No nevaba. Vi que no había nubes y pensé: “por eso no nieva”. Y luego pensé: “menos mal, porque si hubiera nubes, no nevaría; directamente caería la nube en un bloque congelado y adiós Madrid”.

¡Qué frío hacía! ¡Cómo me dolía la cabeza! Pensé: “yo creo que tengo un pie dentro”. Pero luego pensé que eso no estaría mal, porque entonces al menos me quemaría por dentro. :-P




Como pude, pasando por encima de cadáveres congelados, llegué al coche y volví a casa. Para entonces parecía que la cabeza me iba a reventar y que lo último que iba a ver en mi vida sería mi propia barbilla bocabajo. Subí a casa, con la cara esa que pones cuando te duele mucho algo y nadie te ve, o sea, la cara con la que estás feo-feo. Miré a la mesa del salón y allí estaba la pastilla. Me había olvidado de tomármela.

¡Qué bien he dormido esta noche!

¡Y qué gilipollas que soy!

Besos.